En Polla (Salerno, Italia), el librero Michele Gentile (Ex Libris) tuvo la idea de ofrecer un libro por cada objeto reciclable que le fueran entregado por niños o adultos. La idea ha dado de sí la venta de “quintales” de ejemplares, como resume Nuccio Ordine, el autor de La utilidad de lo inútil, un clásico a favor de la lectura.
En un país (como España) de miserables estadísticas, Gentile trata de “favorecer y estimular las conciencias en defensa del medio ambiente y de la lectura... La fuerza de la voluntad y las ideas valientes o locas” pueden hacer que “el libro se ponga”, como escribió el mexicano Gabriel Zaid, “en la conversación de la gente”. Ordine sitúa a Gentile entre los locos por la lectura que hay en su país. Está Antonio La Cava, maestro jubilado de Basilicata, en La Puglia, que en “su bibliomotocarro” transporta libros para habitantes de pueblecitos donde no hay ni librerías ni bibliotecas. El entusiasmo impulsa su insólita locomotora.
Gentile enciende su bombilla: “Imagínese que dos millones de chicos de todo el mundo reciclan y se llevan un libro. Sería una fábula jamás escrita antes”. Dice Juan José Millás: “Cuando te tomas un antibiótico, curas tu faringitis, no la del mundo. Cuando lees un buen libro, además de mejorar tu salud, le quitas, por ósmosis, el dolor de cabeza a la realidad”.
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